miércoles, 28 de enero de 2009

LOS HERMANOS YÓYEL

Eran dos hermanos un tanto raros (decían los habitantes de su pueblo). Uno un poco dogmático y otro demasiado escéptico. Ninguno dueño de doncellas femeninas. Ambos dueños de su milagrosa soledad.
Aseguraban su superioridad ante la gente del pueblo. No existía mujer que estuviese a su altura decía uno de ellos, no confiaba en ninguna lo suficiente, el otro.
Un día partieron rumbo a la montaña Otap y al encontrarse en su parte fértil, rogaron a Dios que les cediera una mujer digna de sus antojos…
Dios servicial y dispuestos a predicar su sabiduría accedió a tal pedido.
Una mujer a cada unos concedió. Solo un percance había en todo esto.
Hermosas mujeres sin corazón eran.
Dios hablo entonces y pronunció: “Mujeres a su nivel tendrán, pero corazones humanos no poseerán, su magia interna será proveniente de su decisión. Decidme ahora: tres corazones tendrán para elegir: oro; madera; cristal.
Decididamente el joven dogmático, eligió: “el de oro, lo poseerá mi mujer, rica en todo sentido será, dura como el oro y fuerte como tal, ingastable también y muy poderosa…”
Su hermano dudoso pronunció: “en verdad no estoy seguro de que decisión tomar; pero quizás podría llegar a ser que elija la madera. Si eso haré, en definitiva. El cristal puede llegar a ser sensible y demasiado frágil…”
“Es esa su decisión…” dijo Dios “…jamás la mía. El oro puede tener las cualidades que tú dijisteis, pero con la misma dureza que lo gratifica, será con la que te corresponda a ti, y por el orgullo en que te bañas, creo que no te corresponderá.
En tu caso que despreciasteis el cristal, y optaste por la madera, poco tiempo de felicidad esta te traerá. Bien sabes que el tiempo logra mal gastarla… pudrirla, y así se pudrirá tu mujer; y de esta forma… tu amor.
Yo en mi caso hubiera inclinado mis sentimientos por el cristal. Frágil es verdad… pero puro y sincero como su color cristalino, y sensible y delicado como su flojedad material.
Es el corazón de cristal; mi corazón, y os he ofrecido poseerlo en la mujer que de hoy en más los acompañará hasta su fin…
Pero bueno… toda persona en su vida decide como actuar y con quién hacerlo.
Yo no podría decidir por todos los humanos de la tierra; sería ilógico, a su entender…
Les deseo lo mejor. Fueron estas las mujeres que ustedes quisieron a su lado.
Mi corazón, seguirá siendo mío; solo mío… porque al igual que ustedes, la humanidad entera parece no preferirlo…”

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