miércoles, 28 de enero de 2009

CUANDO LOS INSTINTOS SUPERAN A LA RAZÓN

Cuando los instintos de un hombre superan a la razón del mismo, el equilibrio se rompe. Todo se confunde y el alma se pierde en un inmenso bosque de engaños, mentiras y traición.
Cuando los instintos aprenden a vencer a la razón una mutación en nosotros nace. Nuestra meta suele cambiar de lugar; “que es lo que queremos”, ni siquiera Dios logra entenderlo.
El hombre el un animal más, que cuando sale de su control puede convertirse en la bestia más peligrosa que existe sobre este “todo”, que por él es dominado.
Podría existir la posibilidad de que con furia la razón rete a los instintos y traten de hacerlos entrar en razón.
Es entonces cuando agrias lágrimas emergen cruelmente. Lágrimas de sangre que nacen en el corazón y mueren en nuestro pesado sufrimiento.
Pasan entonces por nuestra mente millones de cosas. Y entre estas claras no brilla ninguna.
Maldita lucha es esta… maldita guerra; en la que solo dos opciones son posibles: sobrevivir o perecer.
Cuando en mi ser los instintos superan a la razón, me olvido de quién soy. Comprendo pues que peligroso soy, y cuanto de mí hay que cuidarse y prevenirse. ¡Siempre temerme!
Como ningún hombre domina sus instintos, yo tampoco he de hacerlo. Aunque bien conciente soy para reconocerlo.
Creo que la razón frecuentemente nos abandona o nosotros somos quienes la perdemos.
¡No te alejes razón… no me dejes!; porque sin ti, soy una fiera con deseos de sangre; una demoledora… y en su camino todo es destrucción.

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