domingo, 12 de abril de 2009

ENCANTO DEL SOL

Tuve un sueño anoche, curiosamente era similar al tormentoso delirar de las últimas quince madrugadas.
Tus ojos rojos me consumían; me atrapaban, hechizaban y disipaban.
Fuego posees en tu infra terrestre mirada. Dijo una vez un gran filósofo que casi todos los sueños que se relacionan con un hombre pertenecen a la rama de deseo sexual que a éste lo desvela.
No dudo que así sea en este caso. Tus ojos me embrujan… ¿Qué me has hecho?
Tu amo, te deseo, te necesito más que al aire que respiro… ¿Tú te has dado cuenta de que existo?
Hoy soy para ti, encanto del Sol, como piña seca en invierno. Fácil me has hecho arder… ten piedad me estoy quemando; y lo peor es que no es tu cuerpo quién me quema, sino tu indeferencia.
Te concentras en amar a otra persona que seguro estoy, no te ama como sería capaz de hacerlo yo.
Él es hielo y tú eres fuego; yo puedo ser viento para tu fértil y fuerte fuego lograr acrecentar. Sabré ver lo mejor de ti y podré enseñártelo en caso de que lo ignores.
Cuanto dolor me cuestas… y te empeñas en no escucharme. He jurado que de no poder tenerte jamás tendré a alguien más. No soy fiel a los amores fugases; porque aunque para ti pueda convertirme en viento, para los demás suelo ser roca.
Si tú lo deseas así, mi vida solo soportare. Si tu compañía no me compete, me conformaré simplemente con el deleitar de tus ardientes ojos cada noche…
Eso si te juro, la eternidad me corresponderá para siempre esperarte. Otra piel que no sea la tuya jamás tocaré; a otra boca que no sea la tuya nunca me entregaré…

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