miércoles, 1 de septiembre de 2010

Ese viento se te lleva tus palabras

Palabras que van y vienen y no dicen nada, son hijas del viento y con él se echan a volar.
Frases que intentan dejar un mensaje ejemplar que refuerce ciertos valores, pero que no se reflejen en el actuar con su predicador, suelen ser palabras y nada más; pues valen lo mismo que un puñado de arena en medio del desierto.
Existen hoy predicadores muchos que no ejercen en base a su enseñanza. No podemos (o no deberíamos al menos), rebajarnos nosotros a esa pequeñez.
Somos docentes; somos modelo y ejemplo. Nuestro actuar acorde a nuestras palabras, marcan y ganan nuestro respeto.
Cuando se trata de niños; adolescentes ¿Por qué no?, puedo asegurar que jamás han de aceptar falsos profetas; no existe para ellos el “has lo que yo digo, y no lo que yo hago”, y seguro también han de condenar las incoherencias teórico-prácticas.
Quienes habemos elegido la enorme y maravillosa responsabilidad de ejercer como docentes, debemos entender que una vez que se nos ha etiquetado como tales; como ellos deberemos morir. Docente se es en el aula, así como en el hogar, en la cancha de fútbol, o sea cual sea el medio en que circulemos.
Somos dueños y esclavos de nuestro actuar; y con él podemos influir y repercutir de gran manera. Jamás olvidemos eso…
Pero si vosotros optáis por llevar a cabo una vida doble; decir algo y hacer lo contrario; ser alguien en el aula y fuera de ésta otra persona… pedéis hacerlo. Claro que si. No lo dudéis ni por un instante; ni penséis que está mal, o que es lo incorrecto. Estáis seguro, en todo vuestro derecho.
Tan solo recordad… cada palabra que digáis a ellos, (si este camino elegís), será tan efímera como la misma coherencia con la que tu vagas por este mundo. No seréis jamás un digno profeta; alguien a quien valga la pena escuchar…. Y cada vez que hables, oirás cercano a ti un susurro; porque esperando estará ese viento, que a tus palabras mandará a errar…

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